Studio Morandin: un legado que abarca generaciones
28/1/2025
Una historia que, como la cerámica que producen, está moldeada con pasión, dedicación y un profundo respeto por la tierra que nos acoge.

En un viaje en el tiempo, nos remontamos a principios del siglo XX, cuando un joven italiano, bisabuelo de José Luiz Morandin, aterrizó en suelo brasileño con sueños y el antiguo arte de la cerámica latiendo en sus venas. Allí, en la sencillez de una alfarería, empezó a escribir una historia que, como una vasija de barro en un torno, iría tomando forma con el paso de los años.
La saga familiar, entrelazada con la arcilla, pasó de padres a hijos, y así, en 1964, nació Cerâmica Delta, pequeña en tamaño pero gigante en ambición y sueños, en la ciudad de Vargem Grande do Sul. José Morandin, aún joven a los 15 años, ya inmerso en la tradición familiar, continuó este legado, moldeando no sólo la cerámica, sino su futuro.
"Sé tan bueno como los mejores", fue la lección que le dejó el padre de José, una filosofía que él abrazó con las manos llenas de arcilla para esculpir su propio camino. Y así, en 1980, surgió Cerâmica Morandin, a la que siguió Barro-Forte en 1990, dando nombre a Studio Morandin, y luego Morandin Ferro e Aço en 2000, culminando en Morandin Industrial en 2015. José, actualmente un conocido empresario de la ciudad y la región, busca cada vez más convertirse en una referencia en el mercado, fabricando productos de calidad en equilibrio con la naturaleza.
Hace siete años, José decidió innovar creando un revestimiento rústico llamado "ladrillos", inspirado en las construcciones tradicionales europeas, pero con un toque de sofisticación contemporánea. El Studio Morandin, huyendo de lo convencional, eligió arcillas brasileñas, cada una con su propia historia, tonos, colores y texturas, que transforman los ambientes con su exclusividad.
Más que una empresa, Morandin se posiciona como un pilar social, creando empleo, formando mano de obra y contribuyendo a la economía. Para José, la cerámica es la expresión del alma, donde cada pieza cuenta una historia única y exclusiva. Pero la preocupación de José va más allá, con el objetivo de perpetuar este arte para las generaciones futuras, con la vista puesta en la sostenibilidad. El uso de combustible vegetal en los hornos, procedente de residuos forestales renovables, es un ejemplo de cómo la cadena de producción de Morandin no sólo es autosuficiente, sino también respetuosa con el medio ambiente.
Y así, la historia de José Luiz Morandin y su familia nos enseña sobre tradición, innovación y responsabilidad. Una historia que, como las cerámicas que producen, está moldeada con pasión, dedicación y un profundo respeto por la tierra que nos acoge.
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